martes, 6 de septiembre de 2011

Por qué temo a la muerte


Ciertamente, hablar hoy día sobre la muerte, por una parte, es penoso, se vive de forma íntima la pérdida; está lleno de tabú, por otra, no debe hablarse de ella, pues la llamamos; traduce dolor por la pérdida; y evidentemente, no se piensa en ella, debido a que Nuestra Sociedad pregona la cultura al hedonismo y a la eterna juventud. Sin embargo, hablar sobre La Muerte, debe constituir parte esencial de la existencia del género humano, pues éste es el único que muere, es decir, ésta consciente de su finitud, luego puede prepararse para ella.
"Estar libre de miedo a la muerte no significa que en algunos momentos uno no crea estremecerse ante ella y no saber afrontar la prueba. Quien domina la vida y la muerte está libre de todo temor, a tal punto, que ya no es capaz de experimentar la sensación de miedo" (Eugen Herrigel)

Vayamos por parte, según el Diccionario de la Real Academia, Temor es:

1.    “m. Sentimiento de inquietud y miedo que provoca la necesidad de huir ante alguna persona o cosa, evitarla o rechazarla por considerarla peligrosa o perjudicial:
temor a lo desconocido.
2.    Presunción o sospecha, particularmente de un posible daño o perjuicio: mi temor es que lleguemos tarde”(Espasa.Calpe, 2005).

            De esta forma, queda claro dicho concepto, sin embargo me apoyo en el filósofo alemán Martin Heidegger, quien afirma que el temor refleja la angustia del ser del hombre, y la angustia para él, es la disposición afectiva que permite que el hombre se vuelque hacia el fin, hacia el término de su existencia, lo que a su vez implica que seamos “seres-para-la-muerte”.
            Esta afirmación que realiza dicho filósofo contemporáneo, en su obra “Ser y Tiempo”, denota somos capaces de formarnos conciencia del morir, esto permite prepararnos para la muerte, en el buen sentido de la palabra. Vivir una vida plena, fomentando valores de vida en nuestro actuar cotidiano. Por otra parte, en la medida en que nos preparemos para la muerte, será menor el temor hacia ella.
"El hombre es un ser para acabar (Sein zum Ende). Desde que nace es ya lo suficientemente viejo para morir. La muerte le afecta tan pronto como existe" (Martin Heidegger, Ser y Tiempo, 1927)

            Por otra parte, se teme a lo desconocido, apoyándonos en la definición de temor, previamente citada. Ese temor nos catapulta hacia la concienciación de nuestro fin en el mundo, de allí la angustia. Pero, debemos tener claro: somos seres mortales, no poseemos las atribuciones que se les han dado a los dioses, como la eternidad, tenemos un comienzo y un final, un nacimiento y una venidera muerte.
"Me pierdo intentando buscar la verdad sin disfrutar del camino; sin aprovechar la grandeza que encierra en si misma la gran pregunta. Vivo porque vivo y sigo vivo para vivir. He de aprovechar que vivo porque muero" (Rodriguez, Martin, 2003)

De esta forma, el temor hacia la muerte, nos hace reflexionar sobre la máxima: “Por qué temo a la muerte”, a continuación se enumeran algunas consideraciones:

1.- Se teme a lo desconocido, esto ha sido previamente acotado. No se puede comunicar la experiencia de la muerte, pues es una realidad personal, única e irrepetible, como la vida misma. Es más, afirmo que, es la experiencia más personal ya que no estamos conscientes del nacer, pero si podemos estarlos del morir.

2.- Se teme a aquello, que ocasiona dolor. En este sentido, hay que hacer un alto y hablar sobre el duelo, el cual es definido como: “respuesta total a la experiencia emocional de la pérdida, manifestada en pensamientos, sentimientos y hasta actitudes, las cuales se denominan culturalmente luto” (Revista Tánatos, Sociedad Española de Tanatología, n 1, p. 2)
Cabe destacar que cada quien vivirá y asumirá el duelo de dsitinta forma, dependiendo de su cultura, ideosincracia, personalidad, recursos, lo que redunda en su vivencia, es decir en su intensidad y su duración.
El duelo posee varias etapas, entre las que se pueden mencionar, según los estudios realizados por la psiquiatra suizo americana Elizabeht Klüber Ross:
a.- Negación
b.- Depresión
c.- Cólera
d.- Reajuste
e.- Aceptación

3.- La Cultura: persiste en el subconsciente colectivo. El culto a la muerte, desde distintos puntos de vista; a.- Está quien, realiza proezas que lo llevan a arriesgar su vida, retando, desafiando a la muerte. b.- Está quien se hace, por su profesión, incólume ante ese hecho. c.- Finalmente, está quién se ufana de la muerte, promoviéndola, buscándola, provocándola, adorándola!!!

4.- Culto desmedido a la juventud. Se piensa que la mejor etapa de la vida, es ésta, dejando o restando importancia a las demás. Pero se debe ser equilibrados, ya que todas son etapas de la vida misma, por lo tanto ninguna es más significante que las otras!!! Nacimiento, niñez, juventud, adultez, adultez mayor!!!

5.- Exagerado hedonismo, riquezas y placeres, pervirtiéndose los valores esenciales para mantener la vida.

6.- Cultura de muerte, consecuentemente,

7.- Finalmente, existe un desconocimiento sobre el tema, no se nos forma. No se educa para la muerte


Se hace necesario que:
1.- Se desmitifique a la muerte.
2.- Dejar de personalizarla!!!
3.- Plantear una educación para la muerte
el culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Amabas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte, acaba por negar a la vida” (Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad, p. 23)

Angustia ante La Muerte


Es característico de la sociedad occidental, pregonar en el inconsciente colectivo, dejos de vida, pero una vida superflua, llena de aquí y ahora, sin previsiones a futuro, cargada de un desprecio a la senilidad, promoviendo una “supuesta juventud” o “inmortalidad”, generando actitudes de rechazo, de no aceptación y hasta de prescindir de la muerte.
            Ciertamente, hablar de la muerte, es primeramente el mayor misterio de la vida misma, ya que quien está vivo, en algún momento y lugar puede morir. Luego, la vida conlleva consigo, consustancialmente a la muerte. Es decir, es parte de la vida misma. Por tanto, nos preparamos a lo largo de la vida para vivir, sin embargo se deja de lado la preparación para la muerte.
            Discurrir sobre la muerte, genera temor, miedo y angustia. Se presenta como infranqueable, no obstante, es esta misma angustia la que posibilita las distintas respuestas en torno a la muerte que ha dado el hombre a través de la historia.
            Apoyémonos en Martín Heidegger, filósofo alemán contemporáneo, quien en su obra “Ser y Tiempo”, afirma que somos “seres-para-la-muerte”. A esta conclusión llega, luego de realizar, apoyado en la fenomenología y la hermenéutica, un análisis existenciario del Dasein (término que acuña, para designar al ente que se pregunta por el sentido del ser, el hombre, el “ser ahí”). La esencia del Dasein, es la existencia, lo que permite afirmarse como ser-en-el-mundo, y quien debe proyectarse en su existencia, como arrojado (sin haberlo pedido), le falta algo, es decir, debe ser dentro de sus posibilidades de ser, Pero tiene que afrontar que la posibilidad última de su ser es la muerte, sólo de esta forma podrá vivir una existencia auténtica (Heidegger, M. “Ser y Tiempo”,1927).
            De esto se deduce que, el Dasein, mitiga el temor que le imprime La Muerte, en tanto vive auténticamente, teniéndola presente, como venidera, como la posibilidad última de su existencia, sin dejar de proyectarse como ser-en el-mundo, configurándose como ser-para-la-muerte. Reconoce su finitud, pero sin dejar de ser en su proyecto de vida. De esta forma la angustia, que genera el temor hacia la muerte, le impulsa a verse como totalidad con su muerte; la muerte totaliza al ser; es un fenómeno de la vida misma.
            Una vez nacidos, nos conducimos ineludiblemente hacia la muerte: De esto se trata, asumirla como venidera. Se trata de contraponer, la actitud en la cual nos inserta nuestra sociedad actual, ocultando la muerte. Se trata pues, de vivir conforme a algo que valga la pena vivir, dejando de lado la superficialidad, la banalidad, construyendo su propia existencia de forma auténtica. De esta forma la angustia frente a la muerte, se traduce como el hálito que impulsa la realización personal, en medio de las posibilidades, dando así el sentido de la existencia. Realizándose plenamente.
            Por otra parte, en el trascurso de la vida, suceden varias muertes, implícitas o tácitas, y a veces superadas sin darnos cuenta, en cada una de ellas, o mejor dicho al superarlas, se afronta un proceso que genera angustia, pero que a la vez nos proyecta a seguir adelante con la vida: es lo que se denomina por algunos expertos como DUELO. El cual posee ciertas etapas por las que, se podría generalizar, se vive y se logra la superación de las distintas situaciones adversas o de dolor que atraviesa el ser humano mientras vive, o cuando se ha sufrido la pérdida de un ser querido.
            De esto se desprende que, como todo proceso, el duelo, el cual genera gran angustia, es propicio para que sobrevivientes y quienes han sufrido pérdida de cualquier índole se sobre pongan, se reedifiquen a sí mismos y continúen viviendo su vida. Pero, para lograr esto, se hace necesario informar, educar y promover actividades en pro del conocimiento de este tipo de acciones, de tal forma de estar preparados: “la realidad afirma que no se nos prepara para asumir y vivir el duelo, muchos menos para afrontar la muerte”.
            Desde el punto de vista filosófico, el término angustia, procede desde antaño, no obstante, por ejemplo en la edad media, es utilizado por San Agustín, quien manifiesta en sus cartas y reflexiones, que es una actitud de quien busca persigue a Dios, quien es, en definitiva quien da reposo y plenitud a la vida humana; por otra parte, el pecado nos hace no merecedores de las promesas divinas, de ahí que esta angustia genere necesario cambio de la existencia humana, en torno al bien. Pero esta concepción religiosa, se va perdiendo. Con la innovación del “Pienso, luego existo” de Descartes, no sólo se tiene una nueva visión del hombre, de las cosas y del mundo, sino que origina una serie de reflexiones que han forjado el consciente y el subconsciente de nuestra sociedad actual: la libertad humana, la autonomía personal.
            En este orden de ideas, se puede citar a Sören Kierkegaard, quien en la modernidad, afirma como San Agustín, que la angustia es una disposición libre, luego es opción, la cual genera un cambio en el ser humano que busca a Dios, su fuente, su vida, su esperanza. Ideas plasmadas en su “El concepto de La Angustia” y otros de sus escritos. Sin embargo, la postura del escritor Danés, influye sobre otros grandes pensadores, quienes le confrontan y realizan postulados más radicales en pro de la autonomía y libertad humanas; afirma de forma antagónica que la salvación esta en Dios, a quien se persigue para librase o superar la angustia que genera la muerte causada por el pecado, sin embargo, por otra parte, coarta la acción inmediata del yo, quien se proyecta en el forjamiento de sus propias acciones, buenas y menos edificantes (Diccionario de Filósofos, Rioduero, Madrid, 1986, p.745 y ss.).
Otra postura, es presentada a continuación, y es la que realiza el filósofo alemán, Friederich Nietzsche, quien afirma en gran parte de sus escritos la supremacía del yo, sobre todas las cosas, contraponiéndose a toda ley humana o divina que coarte o dirija su conducta. El hombre es pura libertad, libre albedrío, por lo cual se forja a sí mismo, no está  apegado a una religión determinada, se erige ante las adversidades y muestra su propia moral, se interpone ante la sociedad como el “superhombre”. En fin este autor pregona la supremacía de La Vida misma, pero la vida humana. Del mismo modo, afirma que es necesario volver a loa antiguo, y sobre todo a lo apolíneo-dionisíaco, ya que es en el caos de donde se erige la vida misma; propugna de esta forma la idea de que el superhombre se proyecta sobre el caos y busca el orden, lo impone a toda costa (Ibíd., p. 950 ss.). Claro que estas ideas pueden ser mal interpretadas, tal es el caso de quien es conocido por todos, Adolfo Hitler, quien compiló las ideas del superhombre y las distribuyó para dar ánimo y valor a sus adeptos.
En este discurso Nietzscheano, la voluntad de poder, es el pilar fundamental de toda su filosofía, ya que ésta, es la que imprime la fuerza, el valor, la vitalidad de sobre ponerse, a la angustia, al caos, al error, a la vida, a la muerte!!!  
Completaremos la tríada de autores en torno a la angustia, citando finalmente a Martin Heidegger, para quien la angustia, traduce, una disposición fundamental por medio de la cual se es en las posibilidades de ser, sabiéndose finito, mortal, sometido a la temporeidad. Lo que permite que el ser del hombre o Dasein, se enfrente a la nada de su ser en el mundo. La existencia humana, se abre desde la nada a la experiencia que llamamos vida y culmina con la muerte, la cual nos enfrenta nuevamente a la nada. Luego nos remite hacia la reflexión por el sentido del ser del hombre. Este hombre que en definitiva es un ser-para-la-muerte, y quien se angustia ante ella: “se pone delante de ella en la finitud de su poder-no-ser” (Ibíd. p. 587). Se constituye pues en libertad para la muerte. De esta forma la angustia surge del adelantarse a lo que aún no sucede, prevenir la muerte, en medio de todas las posibilidades, esto es una existencia auténtica.
Nos enfrentamos desde el nacimiento inexorablemente a la realidad que nos coarta toda posibilidad: de existir, nos niega el estar, el pensar, el sentir, el ser. Y tal es que se puede afirmar: “Nadie puede tomarle a otro su morir (…) El morir es algo que cada “ser ahí” tiene que tomar en su caso sobre sí mismo. La muerte es, en la medida en que “es”, esencialmente en cada caso la mía” (Heidegger, M. “Ser y Tiempo”, 1927, p. 262). De ello que se puede afirmar que se posee dos experiencias en las que el ser humano está completamente sólo: la vida y la muerte.
Aunque experiencias únicas e irrepetibles en la vida, tal como, a través de la Educación aprendemos a vivir, también por medio de ella podemos aprender, no ha morir, sino ha asumir la finitud de la vida como parte connatural del proceso que llamamos vida. No se concibe la vida sin ésta, y no se puede afirmar que hay muerte sin antes haber vivido. Por otra parte, se hace necesario que la Educación para La Muerte, afirme, conforme y reafirme los valores esenciales para una Vida Plena.
Una de las cosas que se deben enseñar, es la que refiere a que en la vida hay pérdidas, de cualquier tipo, las que afectan al ser humano de distintas formas y en grados tan bien diversos. Sin embargo, se puede ayudar a generar actitudes en pro de construir, deconstruir y reconstruir la existencia, asumiendo y viviendo, superando el dolor. Todo ello con la finalidad de adaptarse a los cambios y restablecer el orden que se subvierte.
Ciertamente la angustia generada por la pérdida es una vivencia personal, cada quien la vive a su manera, no existen recetas, sin embargo la preparación en torno a ésta se hace necesaria para afrontarla y sobreponerse lo más pronto posible y así reordenar la existencia, permitiendo la reincorporación efectiva en las labores y quehaceres diarios de forma efectiva. De esta forma se estará preparado para asumir cualquier reto que se presente en la vida. Otro aspecto importante, es tomar en cuenta a familiares y allegados e tal forma que en conjunto se pueda asumir la pérdida de cualquier índole, vivir el angustioso duelo y seguir viviendo la vida, la clave del éxito es la cooperación

“Nuestro encuentro con el otro, con el sufrimiento y el dolor humano se puede concebir como una lucha en pos de creencias que abran posibilidades, o en contra de creencias que restrinjan una implicación constructiva en la vida, tal como promulgan las visiones tradicionalistas. Concretamos que el ser humano construye significados mediante logros interpretativos y lingüísticos y que, mediante el lenguaje articulado a través de las conversaciones, avanza en la relación construyendo posiciones subjetivas que, expresadas a modo de voces en la dimensión temporal, constituyen narrativas propias e identitarias. Ello hace que las narrativas pasen a ser no sólo el producto en la construcción del individuo sino a la vez el proceso, y de ahí la importancia de las mismas” (Revista Tánatos, Número 4, Sociedad Española e Internacional de Tanatología, 2004, p.5).

De esta manera queda claro que en medio de la angustia generada tras la pérdida se hace necesario la comunicación, la cual servirá primero de catarsis, luego como agente que genere conciencia y motive el cambio, en una aceptación oportuna de lo que llamamos duelo, Elaborando cada quien desde su perspectiva individual un reconstrucción de la vida misma, asumiendo la nueva realidad.
De todo lo anteriormente dicho, se desprende que, no se debe sentir terror o miedo por la muerte, pues aunque no queramos algú día estaremos en sus brazos, compartiendo plácidamente en su sueño. Y por otra parte, hay que tener presente esa esperanza que cada uno le imprime a este extremo del proceso de la vida, según sus creencias  y convicciones personales. En fin la vida está estructurada, tal y cómo nos la formamos. Luego de cada uno de nosotros, y con la ayuda de los demás, se podrá vivir la angustia frente a la pérdida, vivir el dolor por la muerte del otro, y prepararnos para nuestra propia muerte.
De modo que esta ansiedad ante la muerte, constituye, refleja la vida misma; la vida está llena de angustia, conflictos, desavenencias, dolor, retos, situaciones adversas, dolor, así como de instantes de alegría, felicidad  y placer, en fin de vida y de muerte.

LA BUENA MUERTE


Se puede aspirar gozar una Buena Muerte. Sí, claro está, dependerá de las expectativas, de las exigencias y creencias de la sociedad en la que se esté inserto. Por ejemplo, En las tradiciones guerreras, por citar alguna, en la Grecia Antigua, la buena muerte era la que se conseguía en la Guerra, inmolándose en la batalla. Más adelante en el Medioevo, morir bien, era sinónimo de morir con una preparación espiritual tal que, si se moría de forma repentina, se consideraba maldito. En la actualidad, y sobre todo en nuestra cultura occidental, morir bien, se traduce en morir dejando cubiertas necesidades de tipo económico a los deudos, sin preocupaciones de tipo monetario.
La idea del Bien Morir, está presente desde la Mitología Griega. Nos referimos a los hermanos gemelos Hipnos y Tánatos, el primero el sueño, el segundo la muerte que sobreviene como el sueño; podría afirmarse una muerte plácida, que como el sueño nos lleve hacia el encuentro ineludible con la muerte, pero sin sufrimiento, ni penas!
Se exhorta Morir Bien, implica lejos de toda creencia o influencia religiosa, un compromiso personal de asumirse finitos, saberse limitados, pero en medio de los límites de la condición humana que se dirige cada día hacia la muerte, elaborando, desarrollando, un proyecto de vida. Además de ello, se hace necesario un adecuado manejo del dolor, abrirse a la posibilidad de prepararse para la muerte. Se puede  afirmar que la vida, en su acontecer es un proceso hacia la muerte, es decir, es saberse  volcado hacia la posibilidad más posible de todas las posibilidades, la última posibilidad: La Muerte.
Nuestra sociedad actual, consumista, en la que se pregona el hedonismo, el vivir con derroche, lujos, placeres, viviendo el aquí y el ahora, nos aleja, oculta, disfraza, el reflexionar sobre el aspecto más misterioso que posee la existencia del hombre: el asumir mi propia muerte; imprimiéndole a ésta una carga emotiva que genera frustración y angustia. No existe, o poco existe una cultura que capacite, prepare, para asumir dentro de la existencia, ese momento más personal, íntimo, como lo es el encuentro con La Muerte. Lo que hace necesario que se aborde este problema de la existencia humana desde distintos tópicos, de forma holística y multidisciplinaria, de tal forma que se oriente al hombre para que prepare para el momento crucial de la vida: apoyo asistencial, educativo, filosófico, pedagógico, psicológico, religioso, social, todos necesarios para tan tamaño problema.
En la medida en que se da la preparación personal se podrá asumir La Muerte de forma plena, aceptando una Buena Muerte, nos apoyamos en Rodríguez, P. (2003), en su obra “Morir es Nada”:
“Cuando se adquiere conciencia de la propia muerte como algo más o menos inminente, y se acepta como un hecho natural, cambia la forma de relacionarse con la pareja, parientes y amigos, pudiendo entrar en un nivel de intimidad, sinceridad y cercanía emocional que quizá jamás se pudo abordar antes y que ahora será fundamental para vivir la última etapa del camino con la máxima riqueza y bienestar posible”
Buena Muerte, traduce, tener presente el fin de la existencia. Es actualizar el misterio de la vida misma; no sabemos cuándo, ni cómo, ni dónde moriremos, pero ineludiblemente lo haremos. La muerte de otros nos afecta, la nuestra afectará a otros. Pero se alivianan las penas si existe una preparación previa al duelo. Sólo haciéndonos conscientes del significado de la muerte podemos desprendernos de todo temor, de toda angustia, generada por la máxima incógnita de la existencia del hombre: La Muerte.
Tarea titánica: saber de forma clara, que la muerte está presente en toda la vida humana, animal y vegetal, pero en supremacía en el ser humano, ya que éste, es el único que se pregunta por ella, intenta dar respuestas, se angustia, pero sin embargo, aún cuando pueda erigirse como el gran misterio de la existencia del hombre, éste no deja de buscar dar sentido de la vida misma. Frente a la realidad que le interpela, le consume, se  afirma, se pronuncia como “ser para la muerte”.
Tres pasos esenciales, desde mi perspectiva, a saber:
1.- Conocer La Muerte
La Muerte está presente en toda la vida humana, animal y vegetal, pero en supremacía en el ser humano, ya que éste, es el único que se pregunta por ella, intenta dar respuestas, se angustia, pero sin embargo, aún cuando pueda erigirse como el gran misterio de la existencia del hombre, intentando buscar el sentido de la vida misma frente a la realidad que le interpela, le consume y lo lleva a afirmar saberse “ser para la muerte”.
Por otra parte, existen relaciones vida y muerte, para hacer sustentable la vida misma, somos parte de un ecosistema, de un bios, lo que denota una relación compleja interdependiente, es decir, el estudiante debe tener conciencia de su ser personal, en constante relación con otros yo, pero necesariamente en un espacio, de allí que se deba conservar, preservar dicho espacio, dicho ecosistema, conservando nuestro planeta, conservamos nuestra vida y la de futuras generaciones.
1. 1.- Atentados en contra de la vida
Suministrar de forma detallada toda la serie de atentados que van en contra de la promoción de la vida (animal, humana y  vegetal), genocidios, manipulación genética, etnocidios, aborto, eutanasia, suicidio, en relaciones con ambiente, crecimiento demográfico, alimentación, fuentes de empleo, utilización y acceso a tecnología, bienes y servicios, vivienda, etc., motivado a que vivimos en un mundo cambiante, en el que rasgos culturales, sociales, políticos, económicos, ideológico, de algún u otra forma influyen sobre la concepción cerca de la Muerte que se posea.
2.- Adquirir algunos conceptos básicos.
Se debe integrar conceptos, como por ejemplo, muerte, vida, eutanasia, aborto, el duelo, enfermedades crónicas y/o terminales, aplicación de cuidados paliativos, manipulación genética, células madre, suicidio, tipos de muerte, tanatología, necrología, tanatología clínica, tanatología forense, tánatopraxia, aspectos éticos de la muerte, sentido teológico de la muerte, etc.; conociendo esto, podrá fundar actitudes que le permitan observar, comparar, y juzgar hechos de muerte, de cualquier tipo, generando consecuentemente mayor conciencia sobre el hecho de la muerte.
3.- Adquirir actitudes y aptitudes
Suministrando conocimientos sobre La Muerte, para valorar la Vida, se generará actitudes de comprensión, promoción, protección mantenimiento, respeto y sostenimiento de la vida: finalidad básica de La Filosofía de la Educación de la Muerte o Pedagogía  La Muerte.
3. 1.- Observar la realidad de La Muerte
No de forma mórbida, sino de manera consciente, para valorar la vida misma, proyectándola a pesar de sabernos  -seres para la muerte-, adquiriendo aptitudes críticas, asumiendo y viviendo el duelo, en cada una de sus etapas, sabiendo, siendo educado para la muerte, porque en definitiva eso somos: seres para la muerte.
3. 2.- Observar de forma crítica hechos de muerte
Se trata de generar, ante todo la admiración de forma ingenua sobre este hecho ineludible, teniéndola como un fenómeno de la existencia humana, hacia la cual ineludiblemente tendemos. Sabiendo diferenciar los distintos tipos o causas que pueden originar su advenimiento de forma súbita, así como mostrar que naturalmente, biológicamente estamos diseñados para  la muerte, una vez nacemos. “Apenas un hombre viene a la vida ya es lo bastante viejo para morir” (Heidegger, M., 1927, pág. 242).
Incentivar la observación crítica para generar ulterior postura reflexiva, en busca de la interpretación correspondiente al fenómeno al cual nos enfrentamos de forma presencial, es decir, nadie es capaz de dar, de compartir su propia experiencia de muerte, sino que somos testigos de la muerte de terceros, quienes no nos dan respuestas a las interrogantes que surgen frente a esta realidad.
Estas aptitudes de observación, reflexión e interpretación ayudarán a superar el temor que la muerte inflige en nuestras mentes, sabiendo asumirla como venidera y preparando para la propia muerte, proyectando la vida misma sobre la consciencia de la finitud.
3. 3.- Respetar y proteger
Teniendo en cuenta, estas máximas del comportamiento, se logrará incentivar actitudes en pro de la valoración de la vida misma, sabiendo tendientes hacia la muerte, generando además aptitudes en pro de la conservación, promoción de la vida, tanto de humanos, animales, vegetales y medio ambiente que nos rodea. Sólo una especie es capaz de transformar para siempre la faz d la tierra: la humana, luego su accionar debe ser ético, responsable, concienciado.
Aptitudes para construir no para destruir.
3. 4.- Tánato ética
La actitud de responsabilidad y corresponsabilidad frente al hecho de muerte es fundamental. Es este aparte, se hace necesario aclarar que hay responsabilidad tanto de quien ejerce la medicina, enfermería, demás autoridades involucradas en un hecho de muerte, heridos, próximos a la muerte por padecimiento de enfermedades crónicas y/o terminales, cuidadores, familiares y allegados. Existe un grado de sensibilización, respecto a la vida misma, también lo hay en relación a la muerte. La Filosofía de la Educación, influye en toda actividad humana, aborda toda serie de situaciones de la vida así como sucede con la muerte.
Deben generarse aptitudes en pro del mantenimiento del equilibrio, a pesar de avances biológicos, cibernéticos, históricos, socioeconómicos, tecnológicos y culturales. Somos corresponsables de mantener la vida, a pesar de que tendemos hacia la muerte, es decir, se debe enseñar a asumir la fragilidad y el límite humano.
Tal como lo expresó, el escritor austriaco, Stefan Zweig, en el siglo 20, “No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre”.